Desde CNT Canarias queremos comunicar nuestro más profundo rechazo a la reforma de la ley del aborto, promovida por el Ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, basándose en la supuesta indefensión y desamparo del concebido no nacido.
La mal llamada Ley Orgánica de Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada fue aprobada el pasado 20 de diciembre de 2013, a expensas de la voz mayoritaria del pueblo y de numerosos colectivos feministas en su contra. Este hecho nos retrotraerá a una situación anterior a la primera ley del aborto española de 1985.
La actual norma sólo contempla dos casos permitidos: en caso de violación, siempre que medie denuncia sobre la agresión, y por menoscabo importante y duradero para la salud psíquica y física de la madre o un peligro importante para su vida, teniendo que acreditarse con dos informes de médicos distintos del que practican el aborto, los cuales estarán siempre condicionados por su propio sesgo ideológico y/o religioso.
Es bien conocida la vertiente conservadora y católica del actual Gobierno. La cúpula de la jerarquía eclesiástica y de las asociaciones “pro- vida” se restriegan las manos viendo que sus deseos, reflejados en el programa electoral del PP, han sido satisfechos. Las mujeres volvemos a ser llamadas para que ocupemos el lugar que según ellos nos pertenece como mujeres del hogar y como madres procreadoras responsables del devenir de la especie, bajo el amparo divino de Dios, pensamiento desde el que se sustenta la doctrina patriarcal y machista desde la que el Estado y la Iglesia católica nos pretende controlar.
Si la anterior ley de plazos, la “menos mala” no despenalizaba expresamente el aborto, con esta contrarreforma volveremos a los tiempos en los que el Estado nos considera menores de edad mental y debe ejercer la patria potestad sobre nuestros cuerpos. Ahora deberemos rezar para tener suficiente dinero como para poder abortar con garantías en clínicas de Londres, como hacíamos en la época franquista y para que el “remedio casero” utilizado no nos mate; si en estos casos los rezos no nos han dado resultado, rogar para no morirnos de hambre o acabar en la calle porque no tengamos sustento ni techo, ya que se habla mucho de los derechos del no nacido mientras se recortan las ayudas sociales y a la dependencia, gran ejemplo de la hipocresía de nuestros gobernantes.
En estos meses se ha desviado el debate a si el feto siente o padece y a si tiene derechos, tachándonos a quienes estamos a favor del aborto libre, gratuito y seguro de seres abominables y de terroristas que sólo pensamos en asesinar. Sus argumentos proceden de una concepción retrógada de su argumentario conservador sobre el papel de la mujer en la sociedad, basada en una postura amparada supuestamente por lo “natural”, carente de todo fundamento psicosocial y poco apoyadas desde numerosas ciencias, como pudiera ser desde la antropología, que considera que lo natural no existe sino desde la definición que la propia cultura le otorga, y según el tiempo histórico desde el que se hace referencia, por lo que lo “biológico” en estos casos siempre sustenta una fuerte carga ideológica.
Por ello, no apoyamos esta reforma, ya que relega más aún a la mujer al papel cultural que esta sociedad patriarcal nos ha impuesto, amparándose algunas veces en la voluntad divina y otras en supuestos biológicos, ignorando que somos personas emancipadas, capaces de razonar, de pensar y de proteger nuestro cuerpo y nuestras vidas, y que jamás deberíamos soportar que ningún ser o institución ajena a nosotras se adueñe de todo ello. Por nuestro derecho a vivir libremente, pedimos la despenalización total del aborto y una mejor y más efectiva educación y planificación sexual, para no morir pudiéndolo haber evitado.
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